Mujeres migrantes y en vulnerabilidad: el rostro invisible de la prostitución en España
La prostitución en España continúa siendo una problemática profundamente compleja, donde la desigualdad, la pobreza y la migración se entrelazan para empujar a miles de mujeres a una situación de vulnerabilidad extrema. Según el más reciente informe publicado por la organización no gubernamental In Género, que brinda atención a personas en situación de prostitución, trata y explotación sexual, el 12,5 % de las mujeres que ejercen la prostitución en territorio español son de nacionalidad dominicana, posicionándose como uno de los grupos más representativos dentro de esta cruda realidad.
Durante el año 2024, esta organización atendió a cerca de 9,000 personas involucradas en contextos de prostitución. De ese total, solo el 4,1 % eran de origen español, lo que evidencia que la gran mayoría de las personas involucradas en esta actividad provienen del extranjero, especialmente de países latinoamericanos. Las nacionalidades más frecuentes fueron colombianas (32 %), dominicanas (12,5 %), paraguayas (11,9 %), venezolanas (9,5 %) y brasileñas (6,4 %). Este patrón muestra cómo las mujeres de América Latina representan el grupo más numeroso, revelando una conexión directa entre la migración y la prostitución.
Perfil general: mujer, migrante y en situación de precariedad
Los datos recabados por In Género muestran que el perfil predominante de las personas que se encuentran en situación de prostitución en España es el de una mujer migrante, pobre y con cargas familiares. El 97 % de las personas atendidas son mujeres, y más del 90 % son extranjeras. Nueve de cada diez tienen hijos u otras personas a su cargo, lo que representa una presión adicional que las empuja a tomar decisiones desesperadas en contextos de gran vulnerabilidad económica.
Este perfil no es fortuito ni circunstancial. Se trata de una realidad estructural que refleja la exclusión y las múltiples barreras que enfrentan las mujeres migrantes cuando llegan a España, muchas veces huyendo de situaciones de pobreza extrema, violencia, falta de oportunidades o inestabilidad política en sus países de origen. La búsqueda de una vida mejor se convierte rápidamente en un "proceso migratorio frustrado", como lo describe María Rosario Porras, responsable jurídica de la organización. Al llegar al país, muchas de estas mujeres se topan con la imposibilidad de acceder a un estatus migratorio regular, lo que limita enormemente sus opciones laborales y sociales.
Situación administrativa irregular y barreras legales
Más de la mitad de las mujeres atendidas por In Género no contaban con papeles o se encontraban en proceso de regularización. Un 41,5 % estaba en situación administrativa irregular, el 4,2 % había ingresado con visado turístico y el 10,58 % se encontraba tramitando su documentación. Esta condición las deja prácticamente sin acceso a derechos básicos, expuestas a la explotación y con un temor constante a ser deportadas.
Esta vulnerabilidad legal se convierte en una herramienta de control para quienes las explotan, ya sea mediante redes de trata o mediante terceros que las utilizan en contextos de prostitución. La falta de alternativas legítimas las convierte en blanco fácil, atrapándolas en un ciclo de dependencia, explotación y miedo.
¿Víctimas de trata o explotación? Un fenómeno invisibilizado
Uno de los datos más alarmantes del informe es que más del 30 % de las personas en situación de prostitución en España son víctimas de explotación sexual, y entre un 10 y un 20 % son víctimas de trata de personas. Sin embargo, la identificación de estas víctimas sigue siendo un gran reto. Solo el 1,68 % de las mujeres atendidas se reconoce como víctima de trata, lo que evidencia lo profundamente oculto que permanece este crimen.
Miguel Ángel del Olmo, director de In Género, advierte que la trata de personas es un fenómeno invisible que ocurre en silencio, con métodos de control emocional, psicológico y económico que dificultan su detección y denuncia. Muchas mujeres no se identifican como víctimas porque han sido manipuladas o porque sienten que no tienen otra salida. Otras temen represalias o desconfían de las instituciones.
Cargas familiares: una trampa silenciosa
Otro aspecto fundamental del informe es la carga familiar que enfrentan estas mujeres. Más del 90 % de las personas en contextos de prostitución tienen dependientes a su cargo: hijos, padres o familiares que dependen económicamente de ellas. Esta presión se convierte en una de las principales razones por las que muchas mujeres se mantienen en este entorno, incluso sabiendo los riesgos y la explotación a la que están sometidas.
De hecho, el 55,4 % de las personas entrevistadas afirmaron que llegaron a España con un propósito diferente al de ejercer la prostitución. Sin embargo, la falta de oportunidades laborales, la situación migratoria irregular y las urgencias económicas terminaron por empujarlas a esta realidad. Por otro lado, un 44,6 % reconoció que sabía que se dedicaría a la prostitución, aunque muchas veces las condiciones reales del trabajo eran muy diferentes a las prometidas.
Además, se destaca que más de la mitad de las personas atendidas llevan más de un año ejerciendo la prostitución, y un 13,6 % llevan más de una década. Esto revela la cronificación de esta situación en muchas vidas, que con el tiempo normalizan la explotación como única forma de subsistencia.
Rango de edad y vulnerabilidad acumulada
En cuanto a la edad, el 77 % de las mujeres en esta situación tienen entre 23 y 42 años, seguidas por un 18 % entre 43 y 63 años, y un 4,86 % entre 18 y 22 años. Si bien se suele asociar la prostitución con la juventud, estos datos demuestran que muchas mujeres permanecen en esta actividad durante años, incluso décadas, atrapadas por las condiciones estructurales y la falta de apoyo institucional real.
Un llamado a la acción urgente
La información recopilada por In Género no solo pone en evidencia una situación alarmante, sino que exige una respuesta urgente y contundente por parte de las autoridades, tanto en España como en los países de origen de estas mujeres. Es imprescindible establecer políticas de protección, regularización y atención integral que permitan a las mujeres migrantes acceder a alternativas reales, sin tener que poner en riesgo su dignidad, su salud o su integridad física.
Asimismo, es fundamental visibilizar este problema desde una perspectiva de derechos humanos, y no desde la criminalización o el estigma. Las mujeres que ejercen la prostitución no lo hacen por elección libre en la mayoría de los casos, sino por falta de opciones reales. Son madres, hijas, trabajadoras que merecen respeto, apoyo y oportunidades.
Este informe debe servir como un espejo social para reflexionar sobre cómo estamos fallando colectivamente a miles de mujeres que buscan un futuro mejor, y encuentran un sistema que las margina, las explota y las invisibiliza.