En 1987 entró en vigor la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
Este fue un paso importante en el muy necesario proceso de globalización de los derechos humanos y de reconocimiento de que la tortura y todas las formas de tratos o penas inhumanos o degradantes son absoluta y universalmente ilegales.
En 1997, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió conmemorar esta fecha histórica y designó el 26 de junio de cada año como el Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura.
Se recuerda a los gobiernos sus responsabilidades hacia las víctimas de la tortura, tal como se establece en la Convención de las Naciones Unidas.
El artículo 14 de la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura establece expresamente que los Estados deben compensar a los supervivientes de la tortura, incluidos los medios para una rehabilitación completa.
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